domingo, 24 de junio de 2012

- He tenido mucha suerte, me dijo. En la vida. Siempre he tenido mucha suerte. Me han apuntado muchas veces con un arma, pero nunca me ha pasado nada. Quizás es que soy buena persona. O he caído en gracia. No lo sé. Pero aquí estoy para contarlo.

Me lo dice sonriendo. Una sonrisa profunda, de esas que solo se pueden tener con 95 años. Al menos eso es lo que yo creo. No me canso de escucharle. Cada palabra despierta en mí una especie de admiración que me lleva a imaginar una vida rebosante de aventuras y también de amor. Aunque ahora esté solo.

-Antes tenía la ilusión de todo lo que he creado. Volví de la guerra, me casé. Luego tuve un hijo y mi hijo ha tenido hijos que son mis nietos. Uno de mis nietos también ha tenido hijos. Tengo dos biznietos muy graciosos.

Me lo dice serio. Como si la sonrisa se hubiese escondido bajo una capa muy profunda de recuerdos.

-Ahora es como si todo hubiera pasado.

Siempre que hablamos se sienta en la misma silla. Una de color beige, antigua, de esas que podrían encontrarse en los Encants y que ahora se compran para que el pasado parezca moderno en las casas de diseño. El Sr. Pedro se sienta en ella de medio lado, apoyando su antebrazo en la mesa, como si así el dolor que siente en la espalda fuese un poco menos intenso.